martes, 13 de mayo de 2008

El sujeto (auto)programado y digital*

El industrialismo pidió disciplina. Las ciudades y su rutina metódica, la necesidad de sincronizar y organizar tareas requerían pautar el tiempo de los hombres. Y el reloj lo hizo, trayendo la puntualidad y las “pérdidas de tiempo”. Hoy la función del reloj se ha internalizado y el tiempo es un continuum fluido.
También pidió cuerpos sumisos y útiles para la producción fabril. Fuerzas estimuladas en términos económicos de utilidad. Subyugadas en términos políticos de obediencia. Reglas, obligaciones, limites, prohibiciones impusieron el trabajo como la esencia del hombre. “El trabajo dignifica”.
Hoy vivimos, según Sibilia, en una sociedad de control, donde la lógica disciplinaria se intensificó y sofisticó y el capitalismo es globalizado y postindustrial.
Para Foucalt la esclavitud ruda fue superada por una autovigilancia generalizada. La normalización de los sujetos, los cuerpos y subjetividades se produce por ciertos dispositivos aplicados en las instituciones de encierro (escuelas, fábricas, hospitales, prisiones): la arquitectura panóptica que interioriza la vigilancia; la técnica de confesión que incita a autoexaminarse y la reglamentación del tiempo.
Deleuze explica que existe un nuevo régimen de poder y de saber: los nuevos mecanismos de dominación son digitales, abiertos, fluidos y continuos. Nada, nadie, nunca queda fuera de control.

Los modos de ser son relanzados continuamente al mercado por el capitalismo digital. No hay una identidad sino perfiles estandarizados descartables según las segmentaciones de los intereses de un mercado omnipresente. El individuo es un consumidor y como tal un producto de venta. Su pertenencia es a un target (según NSE, hábitos, preferencias de consumo).
De la identificación con el documento analógico a las innumerables tarjetas de crédito y códigos de acceso digitales. Poseer una tarjeta incluye. Y excluye a los “demasiado pobres para la deuda” (quienes carecen de credibilidad de mercado). Las tecnologías basadas en medios digitales impulsan la virtualización del dinero y la producción customizada en continua actualización impone la constante del cambio. Antes que tener para acumular es importante acceder a los bienes como servicios (por ej. el leasing: comprar el derecho a usar lo actualizado).
La lógica empresarial se impone y el espacio-tiempo se diluye. La conexión permanente borra las distancias entre lugar de ocio y de trabajo y las restricciones espaciales de la materialidad orgánica del cuerpo humano. Las redes teleinformáticas extienden el cuerpo. Simultaneidad temporal sin materialidad espacial. Tiempo real. Presencia virtual. Los “collares electrónicos” monitorean (Deleuze). Todo y todos pueden ser rastreados y estar disponibles.
En un mundo sin afuera, el encierro ha sido superado como la principal técnica de poder y saber.

Dos líneas de pensamiento existen sobre la técnica: la tradición prometeica y la fáustica.
La tradición prometeica busca doblegar la naturaleza por el “bien común” de la humanidad, mejorar las condiciones de vida, tiene fe en el progreso, la ciencia es conocimiento puro y la técnica instrumental. Iluminismo, positivismo, modernidad. Limites divinos.
Con la tradición fáustica la ciencia depende de la técnica y no busca la verdad sino ejercer el control total de la naturaleza y el cuerpo humano (materia prima manipulable). Pretende reconfigurar lo vivo luchando contra el envejecimiento y la muerte. Crear vida. Inteligencia artificial, ingeniería genética, biología molecular, criogénica, farmacopea antioxidante. Proyecto Genoma Humano. La reversibilidad de la muerte con los respiradores artificiales y la capacidad del cerebro para generar nuevas células. La naturalización de la muerte convive con su desvalorización sociocultural: la muerte es algo privado y vergonzoso, un tabú como el cuerpo enfermo. Porque la muerte es el límite del poder, es lo único (por ahora) fuera de su dominio absoluto.


Un ejemplo de monitoreo electrónico:

http://www.elpais.com/articulo/internet/helicoptero/espia/sociedad/vigilada/mundo/elpeputec/20070523elpepunet_8/Tes

* Reseña de "Capitalismo" y "Tecnociencia", capítulos 1 y 2 de “El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías” de Paula Sibilia.

1 comentario:

Carolina Venesio dijo...

Pase a ver tu blog, q bueno q ya estas "metiendote" con Sibilia!!!
slds